miércoles, 30 de octubre de 2013

Leyenda del Pozo Meléndez

Este pavoroso lugar también conocido como la trompa del diablo, el pozo Meléndez, el sótano sin fondo o pozo sin fin, es una tenebrosa grieta que se pierde en las entrañas de la tierra y en la que han fracasado una serie de esfuerzos para medir la profundidad, de este terrible agujero, que se localiza en la vera de la carretera Taxco-Iguala, a unos cuantos metros del Puente Campuzano.
En cierta ocasión los bomberos de la ciudad de México, acudieron en auxilio de las autoridades locales de Taxco, para rescatar el cuerpo de un individúo, asesinado y arrojado a las profundidades de este siniestro pozo. Escaleras y cuerdas que median centenares de metros, fueron lanzadas sin tocar fondo, sin ningún resultado, la compañía minera propietaria de estos terrenos ha hecho intentos similares sin lograr establecer, la profundidad de la grieta, creen algunas gentes que hay un río subterráneo en el fondo, si es que lo tiene.
Se cuenta que durante la revolución, fue arrojado ha esta grieta , toda una caballería, con todo y jinetes, asegurando los lugareños que después de esto, jamás notaron los malos olores que despidieron los cadáveres en descomposición.
Desde hace largos años perdura la macabra fama de este pozo siempre ha sido escenario de violentos asesinatos, muchos criminales se deshicieron de sus cadáveres arrojándolos en este sitio, la horrenda boca, y aún siguen haciéndolo. Según se dice a media voz, "aparece un vehículo, carro o camioneta, entre las sombras de la media noche, se detiene un momento, se ven sombras que se mueven arrancan y en seguida desaparecen precipitadamente por el camino", y todo esto significa una sola cosa: otra víctima más tragada por el hocico del diablo, riñas, asesinatos por venganzas políticas o pasionales , se han epilogado en este lugar, quedando en el mas impenetrable misterio estos crímenes que se han englutido, las fauces del diablo.
Piratas, salteadores de caminos, abigeos de todos los tiempos, y los criminales, correrías lograban cuantiosas fortunas las que al ser perseguidos o acosados por las autoridades y ante su eminente captura, las arrogaban al pozo del diablo, sin tener idea de su profundidad ,con la esperanza de poder rescatarlas algún día. Por su puesto, día que nunca llego.
Se recomienda caminar con cuidado alrededor de la aventura, que mide aproximadamente 20 pies de diámetro, si usted tira una piedra grande podrá escuchar sus impactos contra las paredes de la grieta y su trayectoria a buscar fondo, ruido que se irá haciendo cada vez menor hasta el completo silencio, usted se dará cuenta de que la roca todavía sigue golpeando las paredes, mientras sigue cayendo, pero después se pierde el sonido en la negra y pavorosa profundidad del pozo. Allí no faltan muchos que rondan por el lugar después de demostrarle a usted el sitio exacto de la famosa grieta, para que no vaya a caer en ella accidentalmente. Mucho cuidado, pues no hay rejas de seguridad a pesar de los esfuerzos que se han hecho por cerrar esta abertura.
El señor Crosby gerente de minas de plata el pedregal de Taxco propietario de este lugar trató de sellar la grieta, mediante la colocación de grandes vigas de madera, tierra y piedra pero pocos días después, todo ese tapón cedió desapareciendo en ese abismo, se sospecha que fue sabotaje a esta obra de seguridad, tal vez por intereses distintos de seguir usándolo o quizá porque el diablo necesita alimentarse.
 

Leyenda de La Bermeja

La bermeja, que así se nombraba a esta exquisita mujer de cuerpo escultural, de facciones atractivas, verdes esmeralda sus ojos y ondulante cabellera. Se cuenta que su servidumbre debía tenderle barras de oro al trasladarse de un lugar a otro, principalmente cuando asistía a ejercicios religiosos. La exquisitez de sus pies dejaban impregnadas sus huellas, que en la actualidad contemplamos al transitar por el cerro de bermeja.
Un día de alegre primavera, se presenta un pordiosero solicitando caridad al mayordomo, éste se la niega arrojándolo a empujones, vuelve a insistir suplicando, ya que tenía días que no tomaba alimento. A la discusión de éstos aparece ella con un enorme perro azuzándolo para que se abalanzase sobre el mendigo. En medio de aquella espantosa lucha, con los ojos arrasados en lágrimas el pordiosero pide auxilio y en vez de ayudarle, prorrumpe en burlescas carcajadas, corriendo hacia uno de los rincones de la terraza para contemplar mejor la escena.
El limosnero, antes de ser devorado enorme perro pronuncia estas palabras: "tu orgullo y vanidad serán castigadas", y exhaló el último aliento. La Bermeja reacciona y estupefacta contempla el cuerpo inerte de su víctima, surge de pronto un temblor, la tierra se abre y comienza a hundirse aquel Palacio de cristal, oro y plata; orgullo de la mujer.
Ésta comienza a correr de un lado a otro, con las manos levantadas al cielo, en actitud de pedir clemencia a Dios, pero la sentencia se ha cumplido, el Palacio se ha hundido y a la Bermeja la encontramos convertida en piedra. En uno de los rincones de lo que antes fuera orgullo de la vanidosa mujer.
Calle del Consuelo (barrio de Bermeja)

Leyenda de la calle de los pajaritos

Cuenta la Leyenda que desde antes que surgiera en la mente de Don José de la borda, la construcción de un templo dedicado a su adorada Santa Prisca, por esos días venturosos vivía por las laderas de lo que hoy es la Calle de los Pajaritos, frente a la tienda del ISSSTE, una virtuosa señora a quien todos los vecinos del lugar llamaban Tía Chonita que construyó como Dios le dió a entender su humilde casita junto a un gran árbol que se encontraba en medio de la exhuberante vegetación casi virgen en esos años. Curiosamente nadie sabía cuál era el origen de esta señora, pues no tenía familia.
Estaba encorvada por los años de su edad, vivía siempre sola, su mirada era serena, su hablar apacible. Toda ella inspiraba confianza para quienes tenían la dicha de tratarla muy de cerca, poseía una atracción magnética desconocida. Todos los días salía a su patio que siempre estaba bien barrido y limpio, cubierta su cabeza con un lienzo de color rojo púrpura y sus enaguas eran blancas como la nieve de sus canas.
Sentada junto al majestuoso árbol esperaba diariamente el primer beso del alba ya que a esas horas una inmensa parvada de hermosos pajarillos se posaba en las verdes frondas del gigantesco árbol, entonando todos ellos una estruendosa serenata al compás del céfiro que los mecía.
Terminadas sus canciones, unos pajaritos se posaban en la cabeza de la anciana, otros revoloteaban en torno a ella y los demás le picaban los pies y las manos, ya que siempre los esperaba con maíz picado, agua y otros alimentos más. Los acariciaba y les decía: "coman, coman sin temor amiguitos míos". Todos obedecían y terminando volaban en diferentes direcciones para volver a la caída de la tarde a entonar su acostumbrada serenata. Todo esto extasiaba a tía Chonita, y le hacía pasar momentos de inagotable alegría. Volvían a comer y luego se acurrucaban en las frondosas ramas del árbol disponiéndose a dormir.
Calle de los Pajaritos, saliendo a la VeracruzEsto se repetía día con día, hasta que en uno de tantos, volvieron las avecillas para entonar sus melodiosos trinos, pero de improviso callaron las canciones, se enmudeció el ambiente, cerraron sus piquitos y su plumaje se crispó del cruel dolor. La ancianita había muerto, y su cuerpo yacía inerte en el patio de su casa. Todos los pajarillos rápidos bajaron cubriendo con sus alas el cadáver tratando de reanimarlo con el calor de sus tiernos cuerpecitos, pero el caso era difícil. Tía Chonita estaba muerta. Muchos de ellos quedaron inmóviles sobre el cuerpo ya sin vida. De otros rodaban lágrimas a torrentes y los demás con la tristeza reflejada en su mirada, revoloteaban de un lugar a otro, torciendo sus lindos pezcuecitos en señal del sentimiento que los embargaba. Después de largo rato, se formaron en lúgubre cortejo llevándose a tía Chonita sobre sus alitas de múltiples colores y volaron, volaron a través de infinito azul para nunca más volver. De ahí el nombre de los pajaritos.

Leyenda del Espejo

Había una vez en Taxco, hace muchos siglos, una pareja de esposos que tenía una niña. El hombre era  un caballero: no era rico y vivía del cultivo de un pequeño terreno. La esposa era una mujer modesta, tímida y silenciosa que cuando se encontraba entre extraños, no deseaba otra cosa que pasar inadvertida.

Un día es elegido un nuevo rey. El marido, como caballero que era, tuvo que ir a la capital para rendir homenaje al nuevo soberano. Su ausencia fue por poco tiempo: el buen hombre no veía la hora de dejar el esplendor de la Corte para regresar a su casa.

A la niña le llevó de regalo una muñeca, y a la mujer un espejo de bronce plateado (en aquellos tiempos los espejos eran de metal brillante, no de cristal como los nuestros). La mujer miró el espejo con gran maravilla: no los había visto nunca. Nadie jamás había llevado uno a aquel pueblo. Lo miró y, percibiendo reflejado el rostro sonriente, preguntó al marido con ingenuo estupor:

— ¿Quién es esta mujer?

El marido se puso a reír:

— ¡Pero cómo! ¿No te das cuenta de que este es tu rostro?

Un poco avergonzada de su propia ignorancia, la mujer no hizo otras preguntas, y guardó el espejo, considerándolo un objeto misterioso. Había entendido sólo una cosa: que aparecía su propia imagen.

Por muchos años, lo tuvo siempre escondido. Era un regalo de amor; y los regalos de amor son sagrados.

Su salud era delicada; frágil como una flor. Por este motivo la esposa desmejoró pronto: cuando se sintió próxima al final, tomó el espejo y se lo dio a su hija, diciéndole:

— Cuando no esté más sobre esta tierra, mira mañana y tarde en este espejo, y me verás. Después expiró. Y desde aquel día, mañana y tarde, la muchacha miraba el pequeño espejo.

Ingenua como la madre, a la cual se parecía tanto, no dudó jamás que el rostro reflejado en la chapa reluciente no fuese el de su madre. Hablaba a la adorada imagen, convencida de ser escuchada.

Un día el padre la sorprende mientras murmuraba al espejo palabras de ternura.

— ¿Qué haces, querida hija?, le pregunta.

— Miro a mamá. Fíjate: No se le ve pálida y cansada como cuando estaba enferma: parece más joven y sonriente.

Conmovido y enternecido el padre, sin quitar a su hija la ilusión, le dijo:

— Tú la encuentras en el espejo, como yo la hallo en ti

miércoles, 23 de octubre de 2013

LA MULATA

Nos cuenta esta leyenda que hace mucho tiempo, hubo en el bello pueblo de Taxco. Una familia muy rica, orgullosa, de religión muy severa y costumbres puritanas de aquel entonces, por lo cual, para ellos este pueblo, era un lugar que no estaba de acuerdo con sus necesidades, principalmente por la servidumbre que existía.


Y bien, un buen día se presentó una muchacha la cual era mulata muy bella, de ojos lánguidos y sus cabellos de bello color negro azabache llamada Felisa, la cual no era más que una simple y humilde sirvienta que debería prestar sus servicios a esta Noble familia.

Felisa, hacía sus quehaceres muy contenta y llena de ánimos, alegraba la casa con sus dulces cantos, en unión de sus únicos amigos que eran unos canarios a quienes ella daba de comer con mucho afán y un día que ella cumplía con su deber, el hijo bueno de aquella familia, al oír cantar a Felisa y conversar con los canarios, por una fuerza sobrenatural sintió que su corazón debía unirse al de ella. Poco tiempo después le confesó su amor y le pidió que accediera a ser su esposa.


Pero Felisa bien sabía que era una muchacha humilde y no podía aceptar la proposición de aquel muchacho noble y bueno, por que entendía que los padres de Alvaro, que así se llamaba, se opondrían.

A pesar de aquello, Alvaro les dijo a sus padres, les contó del amor que sentía hacia la hermosa mujer, al oír su madre quien era la joven en quien su hijo había puesto sus ojos, y que no era Dama de acuerdo a su rango. Se opuso este matrimonio. Pero el amor de Alvaro por Felisa era más grande que el respeto a sus padres y pensó que sin el amor de su vida no podría vivír.
La hermana de Alvaro, que era muy orgullosa al ¡gual que la madre, irritada por lo que su hermano pretendía, fué en busca de Felisa. A la cual golpeó y corrió de la casa. La mulata partió rumbo a las montañas y en medio del cause del río donde se forma una poza blanca y cristalina, se fue hundiendo poco a poco, porque ella sabía que jamás tendría el amor de Alvaro.
El pobre Alvaro, esa noche, aún sin saber nada de la infortunada mulata, tuvo un sueño en el que su amada lo llamaba desde la poza aquella. Al otro día se levantó muy temprano y sin saber cómo y por qué, se dirigió al lugar que había soñado aquella noche, y entonces vió que aquel sueño era una triste realidad, porque en la orilla lo estaba esperando Felisa. La cual le explicó lo ocurrido y Alvaro al saberlo todo, siguió el mismo camino, de su amada.
De aquí el nombre de la mulata, cuenta esta leyenda que en las noches de luna bella y hermosa, se ven dos sombras que vagan a la orilla de la poza, y que no es más que el amor inmenso de Felisa y Alvaro, que han quedado unidos para siempre en prueba de ese inmenso amor.

las principales leyendas de taxco

las principales leyendas de Taxco son:

La leyenda del espejo
leyenda de la calle de los pajaritos
leyenda de bermeja
leyenda del pozo Meléndez
Leyenda del Puente de los duendes